ÉXODO 162-163

117 diferencia de Estados Unidos, habían reducido significativamente la desigualdad gracias a un reparto más equilibrado de las rentas del trabajo y del capital, con fuerte presencia de la nego- ciación colectiva y de “salarios mínimos”, y un amplio sistema de prestaciones sociales, finan- ciadas por tipos impositivos altos y progresivos. Fue la edad de oro de los estados de bienestar a la que se sumó España tardíamente y que se ha replegado poco a poco dando paso a sociedades cada vez más desiguales, tanto a nivel interno como entre unos países y otros. En el fondo lo que se juega es un enfrentamien- to de intereses entre sectores o clases sociales. Una asimetría de poder que es evidente en el ámbito económico y se extiende al resto de ins- tituciones políticas y sociales, dando lugar a una sociedad cada vez más jerarquizada y excluyente (de arriba-abajo) y, a la vez, más tensionada, in- dignada y necesitada de cambios estructurales (de abajo-arriba). nocer sus efectos en la distribución de la rique- za (la séptima Encuesta del Banco de España se terminó de aplicar en junio de 2021), todo apunta a que las medidas adoptadas por el go- bierno de coalición de izquierdas para evitar el desempleo (Ertes, Ayudas a autónomos, etc.) y para mejorar las condiciones laborales (subida del SMI, incremento de contratos indefinidos, derogación de los artículos más lesivos de la re- forma laboral, etc.) están contribuyendo a fre- nar la desigualdad. En una perspectiva histórica más amplia, las dos primeras décadas del siglo XXI forman parte de un ciclo iniciado en los años ochenta del siglo pa- sado cuya principal característica, según Piketty, es una fortísima concentración de la propiedad privada: “el fuerte aumento de la riqueza en ma- nos del 10 por ciento más rico de la población implica que la parte correspondiente al resto de la población se ha desmoronado, de manera gradual e inquietante” ( Capital e ideología , 2019: 822). Con anterioridad, los países europeos, a

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