EXODO 156

E L A revista Éxodo debe mucho a Pedro Casaldáliga, presente desde sus orí- genes como inspirador e impulsor de una nueva revista que recogiera el espíritu de Misión Abierta, y dando amparo al equi- po que la puso en marcha, como refiere Evaristo Villar en el artículo que abre este número, una semblanza de “Pedro Casal- dáliga, rebelde con causa, subversivo con propuesta”. Este número sintetiza su obra y su pensamiento, las vicisitudes de su tiempo, las reflexiones de sus colaborado- res y la actualidad de su mensaje. Pero este no es un número en póstumo homenaje a Dom Pedro –con m– como le llamaban en Mato Grosso, o sí lo es, pero no especialmente. Es un recorrido a través de las generaciones que lo acompañaron, que aprendieron con él, que se comprome- tieron con él, que se revolvieron con él. Es a la vez la historia de Pedro, de los conflic- tos de la época aún pendientes, de la igle- sia tras el concilio Vaticano II, de la propia congregación claretiana a la que pertene- ció, y de los movimientos que generó. Y por referirse a una historia tan reciente, es también una reflexión sobre la actualidad, no sobre la coyuntura social y política, sino sobre las corrientes de fondo y los corri- mientos imperceptibles de gran calado. Todos los que colaboran en este número fueron o compañeros de Casaldáliga, o colaboradores habituales, o en algún mo- mento de sus vidas se cruzaron con él cu- ya figura –remedando a San Juan de la Cruz– “prendidos los dejó de su hermosu- ra” poética, espiritual, humana. Podemos leer este número como las actas de un congreso –esperemos que amenas– de al- gunos de cuantos compartieron vida y preocupaciones en el tiempo –kairós– de Dom Pedro. Salvador Mendoza, y Leopoldo Belmonte formaron el primer equipo que acompañó a un Casaldáliga recién llegado a Mato Grosso. Leopoldo repasa su legado de vida y esperanza en Brasil. Salvador rememora la repercusión del pensamiento de Pedro en España, visión que Joan Soler concreta en Catalunya. También, desde Brasil, Mau- ro Passos –“Testimonio de la lucha contra la injusticia y la opresión en el Mato Gros- so”– nos recuerda que Casaldáliga parece decirnos, incluso hoy, que las utopías pue- den ser posibles, porque son parte de la condición humana. EDITORIAL Comprometido con los últimos

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