ÉXODO 150

E M ALOS tiempos corren para el éxodo . Ma- los para la experiencia del éxodo, pero paradójicamente “oportunos” para nues- tra revista ÉXODO, que quiere ser memoria y profecía . “Donde acecha el peligro, allí se anuncia también la salvación”, decía certeramente el po- eta Hölderlin. Alcanzar los treinta años y los 150 números es una prueba de la idea esperanzadora expresada por el poeta en su memorable frase. Echando la mirada hacia atrás, recorriendo su azarosa, pero consciente y confiada historia, a uno le embarga el asombro y la gratitud: de la experiencia de las dificultades, de la oposición y el desánimo, del su- frimiento y la noche oscura, que dirían los místi- cos, brotaron una y otra vez la fe en el sentido del camino emprendido –del éxodo– y las energías para alimentar la resistencia y la perseverancia hasta la fecha que ahora celebramos. No obstante, esta celebración está hoy traspasa- da, no de pesimismo, pero sí de preocupación: es verdad que “corren malos tiempos para el éxo- do”. Preocupación, no tanto por las dificultades o las oposiciones, por el cansancio o el desánimo, sino por razones de más peso. Preocupación por el curso de la historia, por la deriva de los tiem- pos, por las prioridades y los poderes que se im- ponen en nuestros días, que son radicalmente opuestos al sentido del éxodo y al anhelo de jus- ticia. Preocupación porque con ello se va cerran- do el horizonte de un futuro humano. Un rostro encarna esa desgraciada y preocupante deriva de los tiempos: Carola Rackete, la capitana naval alemana, a punto de ser condenada a 20 años de prisión por salvar vidas humanas… Y en nuestra propia casa, la retirada de la luminosa pancarta que pendía en la fachada del Ayunta- miento de Madrid dando acogida a los refugiados anunciaba igualmente la quiebra de la lógica del éxodo en favor de una oscura deriva que imponen los poderes emergentes. ¿Hacia dónde nos lleva semejante deriva? Sin du- da, en una dirección diametralmente contraria al viento del éxodo… El Éxodo arrancó de aquella ar- diente y sorprendentemente nueva experiencia de un Dios que no habla con poder y terror, sino más bien impactado ante el sufrimiento de los seres humanos: “ He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he escuchado el clamor que le arrancan sus capataces …” (Ex.3, 7). Y un Dios que deja el EDITORIAL Para lanzarnos al “éxodo”, tras la justicia

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