ÉXODO 144

E solido calificar de “primavera de los pue- blos”. Así sucedió con las ‘revoluciones de 1848’ contra los acuerdos reaccionarios del absolutismo monárquico (Congreso de Viena, 1814) para disolver los efectos de la Revolución francesa, que, a su vez, fue- ron aplastadas, pero dieron lugar, años más tarde, a la ‘Comuna de París’ (1871), con lo que la historia continúa. En nues- tros días hemos asistido también a las “primaveras árabes” y al ‘quincemayismo’ español junto al movimiento en Nueva York (Ocupy Wall Strait), Londres, etc., con sus respectivas olas de reapropiación conservadora. También ha emergido el movimiento más plural y extensivo de las mujeres contra prácticas machistas de personas e instituciones. Por último, ma- yo de 2018 ha dejado la imagen de un cambio de gobierno en España tras la mo- ción de censura por corrupción al PP. Cambio que se ha evidenciado en las to- mas de posesión de sus integrantes sin ju- ramentos ni signos religiosos, así como en el anuncio de separación práctica de reli- gión y poderes del Estado (las ‘banderas’ no ondearán en festividades religiosas). Si el movimiento se demuestra andando, el deseo del 68 en sus prácticas. ÉXODO decidió dedicar el nº 144 a estos acontecimientos, consciente de su impor- tancia tanto para la vida social como ecle- sial. A su vez, se ha preparado este núme- ro desde la perspectiva de que estamos asistiendo a un momento histórico en el que convivimos dos grupos de población, el de quienes fueron ‘testigos’ de los he- chos y el de aquellos, más jóvenes, que obligadamente son ‘herederos’ de las con- secuencias de los mismos y que, desde el presente necesitan atisbar el porvenir. Desde esta doble perspectiva, la del testi- go y la del profeta, se encaran todos los trabajos, por lo que a cada tema respon- den dos personas, una en cada situación. De los diversos ejes de interés que sugie- ren estos acontecimientos, ÉXODO aborda el de la juventud, como sector más expre- sivo e icónico, junto con el despertar de los movimientos autónomos de mujeres, aspecto menos tratado. Por su lado, se re- salta la importancia en estos contextos del surgir de movimientos eclesiales críticos, como la teología de la liberación (Medellín, 1968), auspiciados por el nuevo ciclo que permitió el Concilio Vaticano II. Para suscitar el interés de las personas lectoras de este número, señalamos sola- mente un punto de unión en las reflexio- nes sobre el movimiento feminista en Es- paña y el recorrido de los movimientos cristianos de base: en ambos se inició el recorrido desde la doble militancia hasta llegar a la convicción de la necesidad de alianzas amplias para el cambio hacia una sociedad laica de la igualdad y la partici- pación. Agradecemos todas las reflexiones recibidas a las personas que han colabo- rado y las ofrecemos para su degustación, confiando en que supongan un momento de reflexión y, por qué no, de cambio. EDITORIAL

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