Revista Colegio Inmaculada Concepción. Agustinas Misioneras. Curso 2020-2021

/6 / Agustinas Misioneras Entrevista a sor Amparo Irene: ¿Cómo te sientes tú al ser agustina misionera? Sor Amparo: Yo he respondido a la llamada que sentí hace muchísimos años, cuando era muy pequeña, y he ido renovando cada día. Es una forma de vivir, una entrega que le haces a Dios el primer día de tu vida, y cada día, por la mañana, la vas actualizando en la entrega que quieres hacer a Dios y a todos los que te rodean. Sofía: ¿Cuándo supiste que tú querías ser agustina misionera y entregar tu vida a Dios?¿Fue en un mo- mento clave? Sor amparo: Yo, desde pequeña, tenía inclinación para decir “yo quiero ser monja”; quería dedicarme a los demás, y además quería hacerlo por medio de la educación, eso sí lo tenía muy claro. Le decía a mi padre: ”papá, cuando me lleves al colegio quiero ir a uno de monjas, porque quiero ser monja después”. Era demasiado pequeña cuando tenía esa inclina- ción, pero esa inclinación ha seguido a lo largo de los años y de toda mi vida, y doy gracias a Dios que ha mantenido esa llamada que yo desde pequeña sentí, que obviamente hay que actualizarla cada día. Irene: ¿Cuál es tu labor en el Colegio? Sor Amparo: Pues ahora mismo con el Covid coopero en lo que puedo, porque nos dijeron que, por ser del grupo de riesgo, no hiciéramos mucho; pero, al ver que la situación no iba mal, empecé a colaborar en lo que pude y en lo que me dejaban, como, por ejem- plo, cuidando recreos, en portería, o para sustituir a algún profesor, y sigo colaborando y participando con el departamento de pastoral y con el consejo es- colar, y todo lo que yo pueda, y me necesiten, allí estaré. Sofía: ¿Hace cuánto tiempo que estás en el Colegio? Sor Amparo: Aquí, en el Colegio, es el sexto año, cuando cambiamos la dirección de Tagaste estaba en aquella comunidad. Cuando esa comunidad pasó a ser internacional, me vine al Colegio. Irene: ¿Cómo vivió la comunidad de las agustinas que viven aquí en el Colegio y en el edificio Tagaste el confinamiento por el coronavirus? Sor Amparo: Tengo que reconocer que nosotras so- mos unas privilegiadas dentro de la pandemia, tene- mos que dar gracias a Dios porque a muchos les ha cambiado la forma de vida, pero nosotras seguimos estando toda la comunidad y en comunidad; cierto que os echamos muchísimo de menos y que el cole estaba muy solo, pero nosotras la vida en comuni- dad la podíamos seguir todos los días igual; hubo un tiempo que no pudimos tener la eucaristía aquí en casa, y tuvimos que asistir a las celebraciones que se emitían por la tele, y ahí íbamos todas juntas. Hubo un tiempo que el papa Francisco decía misa todos los días desde Roma a las siete de la mañana, y nos levantábamos para verla y era como estar allí con él. En ese sentido tenemos que dar gracias a Dios por poder estar en comunidad; por otra parte, sentíamos que, en el fondo, no estábamos haciendo nada por los demás, no como los enfermeros, médicos… sola- mente pensábamos en no salir para no empeorar la situación. Pero sí hemos rezado mucho, muchísimo, por la gente que ha perdido seres queridos, o el tra- bajo, para que puedan seguir adelante con la que ha sido siempre su vida. Sofía: ¿Como agustina misionera, cuáles crees que son los valores fundamentales para tu vida? Sor Amparo: Pues para mí, y para cualquier agustina misionera, este es nuestro carisma: primero, la ora- ción y la búsqueda de Dios; segundo, la vida fraterna vivida en comunidad; y tercero: el servicio a la Iglesia (es decir, la misión agustiniana). Esto es indispensa- ble, y a eso tenemos que estar dispuestas, tengo que estar dispuesta siempre a entregarme a aquello que el Señor me pida por medio de mis superiores, ya que me pueden decir que un día tengo que estar aquí, o allí, o en cualquier otro destino, pero siempre ha- ciendo lo que más me gusta, que es dar clase.

RkJQdWJsaXNoZXIy ODE4NjI=