ÉXODO 153

Roger Garody –en el Diálogo de Civiliza- ciones– escribía hace diez años: “La re- lación del hombre con la naturaleza que caracteriza al Renacimiento se basa tam- bién en cierta relación individualista a ultranza, de la que nacerá el hombre de empresa, en el mejor y peor sentido de la palabra. Esta voluntad de provecho y de poder es también la del Conquistador, que no vacila en franquear los límites del mundo conocido, ni en devastar con- tinentes y civilizaciones”. Con cuánta razón Monseñor Proaño sos- tiene: “Es cierto que esta manera de pensar «que la tierra es madre» está en abierta contradicción con el pensamiento de la cultura occidental economicista y dominante. Es cierto que muchísima gen- te puede opinar que esta manera de pen- sar acerca de la tierra es primitiva, an- ticuada y contraria al ímpetu irresistible del progreso que anima al hombre mo- derno. Sin embargo creo que estamos en la última hora que nos permite toda- vía detenernos a reflexionar para exa- minar si lo que llamamos progreso no es una carrera loca hacia la destrucción y la muerte y si no estaríamos obligados también en este caso, a volver a las fuen- tes para redimir la vida. La visión armó- nica que tiene de la creación el pueblo indígena, su respeto de la naturaleza y su cuidado de las reservas, pueden edu- car la conciencia ecologista de los hom- bres de Europa y de otras partes del mundo y contribuir a que se haga un alto a la explotación destructora de los re- cursos naturales”. 13 Pero “… el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que otro, porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tie- rra no es su hermana sino su enemiga... Trata a su madre, la tierra, y a su padre, el cielo, como cosas que se pueden com- prar, saquear y vender, como si fueran corderos y cuentas de vidrio. Su insacia- ble apetito devorará la tierra y dejará tras de sí solo un desierto 14 ”. Esa relación del hombre con la naturaleza de la que habla Garody, totalmente opuesta a la relación hombre-madre tie- rra de los pueblos originarios que ha ve- nido imperado desde el Renacimiento, es la que está produciendo sucesivas cri- sis civilizatorias que constituyen una ver- dadera amenaza no solo para la sobre- vivencia de las culturas ancestrales sino aún para la vida de nuestra Casa Común. Hoy como ayer continúa el despojo de tierras y territorios y se produce la des- territorialización, los pueblos indígenas protestan, “somos región de pueblos ro- bados”. A esto se suma la presencia de las políticas extractivistas, la invasiva pe- netración de transgénicos, plantaciones, monocultivos, hidroeléctricas que secan las fuentes de agua, desforestan las sel- 13 Íd. 14 Carta del Jefe Seattle al presidente Franklin, 1855. 44 A FONDO la visión armónica que tiene de la creación el pueblo indígena puede contribuir a que se haga un alto a la explotación destructora de los recursos naturales

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