ÉXODO 153

en todas las tradiciones. Asimismo, no resulta superfluo reafirmar, como lo ha- cen muchos pensadores/as, que las re- ligiones han nacido del deseo de protec- ción de los cuerpos, de la necesidad de reglas de autoridad para los cuerpos, de la necesidad de controlar la violencia de unos cuerpos hacia otros, de apaciguar los miedos y angustias que afectan a los cuerpos. Nacen de la necesidad de res- ponder a las preguntas sobre la vida y la muerte, a los espantos producidos por las fuerzas ambiguas en nuestros cuer- pos y en la naturaleza. Es como si esos espantos, sean de júbilo o sean de miedo, fuesen tan grandes que necesitasen ser explicados más allá de los cuerpos. Por eso, es preciso que juntas y juntos vol- vamos a referirnos a los orígenes de las religiones y de nuestras creencias, que respetemos la diversidad de sus lengua- jes, afirmando que creencias y religiones son creación nuestra y deben estar a nuestro servicio. Las políticas y las religiones tienen razón de ser en cuanto contribuyen a ‘vivir bien la vida’. Por esa razón vale la pena revisar sus sentidos y sus posibilidades, vale la pena incluso reinventarlas, aban- donando conceptos inoperantes y ana- crónicos para el mundo de hoy, concep- tos que solamente aumentan los precon- ceptos y las violencias. breve conclUsIón: Un desafío a la PretendIda estabIlIdadde los sIstemas tradIcIonales En la línea del empoderamiento , al que me referí antes, como forma de nuevo poder, han hecho aparición en nuestro medio un sinnúmero de grupos informa- les, con finalidades delimitadas, con vida corta, pero con intensidad de objetivos inmediatos. Consiguen alcanzar en parte la finalidad para la que se formaron, lue- go se disuelven y dan lugar al nacimiento de otros grupos. Se cruzan, se ayudan, se conocen, se atraviesan entre sí como si fuese una red viaria o calles de pea- tones que corren para muchos lados y momentáneamente se saludan. No se institucionalizan, sino que tienen una es- tructura mínima cuya función es la de alertarse unos a otros sobre el papel de las instituciones y de obligar a éstas a cambiar sus políticas y decisiones de cara a las nuevas necesidades. Son jóvenes estudiantes, profesionales, agricultores, profesoras, artistas, ecolo- gistas, científicos, empleadas domésticas que tienen claro cuál es su reivindicación inmediata y que la mantienen hasta con- seguir algún resultado. Se organizan a través de los medios de comunicación social, se convocan, se invitan, se agru- pan, se disuelven, desafiando la preten- dida estabilidad de los sistemas tradicio- nales. No pertenecen a siglas políticas y religiosas, sino que se centran en la causa que ellos defienden, siendo esa causa la que los hermana a la hora de defender un mismo objetivo provisional e cons- tantemente renovable. 38 A FONDO las políticas y las religiones tienen razón de ser en cuanto contribuyen a ‘vivir bien la vida’

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