ÉXODO 153

sentido que hemos dado al ‘estado laico’. ¿Cuáles son sus separaciones reales e implicaciones mutuas cuando los políti- cos se dicen religiosos y los religiosos dicen que es preciso hacer ‘buena polí- tica’ por fidelidad a Dios? A fin de cuen- tas, ¿qué Dios es ése? ¿Cuáles son sus intereses reales? el fosoQUe hemos creado colectIvamente…Una batalla demUchas y vIolentas PolarIzacIones Observamos hoy una especie de foso entre el mundo de los llamados liberta- rios cristianos que en la década de 1970 lucharon por construir un mundo de re- laciones de justicia y el mundo que de alguna manera resultó de todo ello y que tenemos hoy. No es que se esperase una justicia social total que iba a incluir milagrosamente a todos en los bienes que producimos a manera de revolución ingenua que nos conduciría a una socie- dad ‘sin males’. El caso es que no pre- veíamos que el mundo en su totalidad resultaba ser mucho más complejo de los análisis que hicimos y de las expec- tativas que tuvimos. No preveíamos ini- ciativas tan radicalmente opuestas a las nuestras, no preveíamos los conflictos económicos y políticos mundiales que generaron el aumento de la miseria mun- dial y una corriente migratoria interna- cional nunca jamás vista. El foso social que se ha abierto hoy entre las poblaciones creyentes y pobres y las que se tienen por religiosas y están bien abastecidas nos lleva a pensar en las consecuencias de nuestras creencias y acciones reales del pasado y del presen- te. Los frutos de nuestras luchas por la justicia, frutos que creíamos que iban a madurar y transformarse en relaciones de igualdad de derechos, signos del Rei- no, parece que se han transformado en un campo de batalla de muchas y vio- lentas polarizaciones. La exclusión social que creíamos que iba a disminuir volvió más fuerte y de forma plural y avasalla- dora en diferentes lugares. Vale la pena, por tanto, retomar nuestra teología, nues- tra moral, nuestros análisis sociales y eclesiales del pasado y del presente para no caer hoy en anacronismos con apa- riencia de novedad. Es preciso repensar su validez para hoy en día, su lenguaje para el momento actual, su fundamen- tación filosófica, sus formas de poder político y religioso para el presente. Por lo demás, hoy en día estamos habi- tados por el sentimiento de no saber en qué dirección caminar. Ya no estamos a gusto en nuestro mundo sobre todo cuando sentimos que nuestras utopías pasadas, incluidas las religiosas, tampoco nos nutren ya. Religión y Política mar- chan por los caminos de la inseguridad, de la repetición y de la banalidad actual de sus sentidos. La ‘verborrea religiosa’ continúa siendo reproducida, sin embargo ya no produce frutos de amor y justicia. Esa verborrea retorna a nosotros mismos provocándonos más vacío e ignorancia. Existe un descontento generalizado tanto en las ‘izquierdas’ como en las ‘derechas’ en lo tocante a la política y a la religión, por más que ambas detenten todavía grandes cotas de poder en la actual Amé- rica Latina. Sin embargo, ya no se puede vivir por más tiempo de nostalgias y de banalidades. Hay que abrir los ojos y aprehender las pequeñas novedades que rodean nuestro día a día y ver que, a pe- 34 A FONDO

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