ÉXODO 153

nario histórico de América Latina. Tanto los poderes establecidos como los po- deres de los ‘empoderados’ viven en con- tinua beligerancia de intereses y de mé- todos de actuación. Los nuevos poderes en conflicto están presentes no solo en la sociedad civil y política, sino también en las instituciones religiosas que no go- zan ya de la unidad de sus doctrinas ni de la fuerza social y moral de las auto- ridades religiosas. En esa línea, los que hacen de mantenedores de las institu- ciones de la religión entran en conflicto con los empoderados/as y llegan muchas veces a expulsarlos de la pertenencia al ‘rebaño religioso’ como si fuesen porta- dores de herejías negativas o de enfer- medades peligrosas. Aun cuando en las instituciones religiosas permanezcan y se encuentren todavía personas de buena voluntad y de gran lucidez, su influencia es poca, dado que son tenidas como representantes de las herejías contemporáneas que defienden la teoría de la evolución, el derecho de las mujeres y una reconsideración de la moral sexual todavía en vigor. Muchas veces las políticas apelan a las religiones buscando en ellas sus funda- mentos y las religiones aplauden algunas políticas y rechazan otras siempre en nombre de su dios. En la medida en que estas políticas van en contra de los in- tereses de los poderes religiosos iden- tificados simbólicamente con el poder divino aumentan las campañas públicas de difamación de las reivindicaciones. Baste recordar las guerras hechas a los educadores/as que organizaban cursos de educación sexual en escuelas públicas de algunos países. Las iglesias los han difamado y han hecho campañas sórdi- das para que el Estado no aprobase tales cursos. Aun cuando los campos se vean diferen- tes en teoría, en la práctica sus acciones cotidianas resultan coincidentes. No hay iniciativas religiosas que no choquen con iniciativas políticas o que las apoyen, y viceversa. Somos las mismas personas las que estamos viviendo en una sociedad donde abundan conflictos de intereses y propuestas de bien común. Por eso se está repensando de diversas maneras el 33

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