ÉXODO 153

terio infinito derivó muchas veces en arrogancia disfrazada de protección y en imposibilidad histórica de cambios efectivos y reales. Se convirtió en un ‘poder sobre’ las personas por ‘mandato’ divino usurpándolas la capacidad de re- flexionar y tomar las decisiones nece- sarias. En concreto, todavía se repiten hoy fórmulas de otros tiempos, liturgias que ya no corresponden a significados que podrían alimentar nuestras vidas, fundamentaciones teológicas y orienta- ciones morales insostenibles y formas de poder anacrónicas. La versión protestante de corte pente- costal vigente en muchos países latino- americanos reproduce casi el mismo mo- delo, empero con una ausencia de elaboración teológica y una centraliza- ción en la figura de un líder actual que se presenta como ‘ungido’ de Dios para conducir a su pueblo. En estas comuni- dades, cada vez más numerosas, se con- templa el poder religioso como irrum- piendo en la historia desde las alturas celestiales como si la historia fuese tan solo el espacio donde la voluntad de un dios poderoso pudiese y debiese reali- zarse. De hecho, al ver el espectáculo de las religiones que se han convertido en parte en instituciones empresariales y fundamento para finalidades políticas y económicas, no podemos dejar de llo- rar sobre nosotros mismos y desear que esos procesos nefastos puedan trans- formarse radicalmente. El caso es que ellas dan la impresión de tener todavía un vigor renovado sobre todo cuando políticos y políticas públicas se sustentan en fundamentos religiosos tomados de las religiones. Tal hecho ha tenido lugar en diferentes escenarios políticos de la actualidad del continente. Muchos pobres desprotegidos y, entre ellos una mayoría de mujeres, se adhieren a sus promesas y esperan que alguna poderosa divinidad pueda ampararlos y guiarlos por los di- fíciles caminos de la sobrevivencia. Ante este cuadro realista, podría hablarse incluso de decadencia de la política y de la religión en esa especie de Babel en 31

RkJQdWJsaXNoZXIy ODE4NjI=