ÉXODO 153

riedad de propuestas socioeconómicas solventes que apunten de manera clara hacia la construcción de modelos sociales alternativos a lo existente, que se constituyan a su vez en caminos eficaces para la pos- tulación de los mismos como alternativas en este nivel. Y, así, impide que la extendida situación de po- breza y exclusión sea percibida como suficientemente denunciada como injusticia social y pueda ser atendida desde la perspectiva de su superación. Tal como indican algunos: “De hecho, hay cierto consenso en cuanto a varios principios fundamen- tales de justicia social: si la desigualdad se debe, al menos en parte, a factores que los individuos no controlan, como la desigualdad de las dotaciones iniciales legadas por la familia o la buena fortuna, acerca de lo cual los individuos no son responsables, entonces es justo que el Estado trate de mejorar de la manera más eficaz la suerte de las personas me- nos favorecidas; es decir, de aquellas que tuvieron que lidiar con los factores no controlables menos propicios. Las teorías modernas de la justicia social expresan esta idea como “regla maximin”: la socie- dad justa debe maximizar las mínimas oportunidades y condiciones de vida ofrecidas por el sistema so- cial.” 10 10 P IKETTY , Thomas, La Economía de las desigualdades, Cómo implementar una redistribución justa y eficaz de la riqueza, Editorial Anagrama, Colección Argumentos, Barcelona; siglo veintiuno editores, p. 10, 2015. La democracia parece haber logrado un lugar importante en el imaginario político popular en buena parte de los países de la región Punto de mira 4. EL HECHO RELIGIOSO Y LAS IGLESIAS EN AMÉRICA LATINA HOY En el breve contexto hasta aquí presentado, la re- levancia del factor religioso en América Latina y el Caribe es reconocida como un dato cuyo conoci- miento es imprescindible para poder comprender y dar cuenta de manera adecuada de la realidad social de la región. En concreto, como se sabe y hemos visto, el catolicismo fue la expresión religiosa que primero se expandió por todos los países de la región latinoamericana y esto en un período en el que el mismo no compartía su presencia con ninguna otra oferta cristiana. Por lo mismo, se consolidó como la versión más extendida del cristianismo en esta realidad regional. Así, por un tiempo relativamente largo, el catolicismo fue la única expresión religiosa cristiana conocida en la región, lo que propició la tendencia a su carácter dominante y exclusivista. “El cristianismo, una vez declarada religión lícita en el imperio romano, y des- pués religión oficial del Estado, en el siglo IV, desarrolló una actitud exclusivista ligada a una valoración ne- gativa de las otras religiones. La pretensión de ser la única “religión verdadera” se expresó ideológica- mente en el axioma…: Extra Ecclesiam nulla salus .” 11 Esto parece haber sido así hasta el arribo del cristia- nismo protestante a las diversas regiones en una di- versidad de versiones a principios del siglo pasado. Una diversidad que se ha multiplicado y se continúa multiplicando en versiones nuevas de manera impor- tante hasta el presente. Ahora bien, el cristianismo, tanto católico como pro- testante, no fue la única versión de lo religioso en las Américas sino que, en la mayoría de los casos, se produjo también la presencia de expresiones religiosas propias de los aborígenes que habitaban en estas tie- rras. Como es conocido, las relaciones del cristianismo, en su versión original católica, con las religiones abo- rígenes no fueron cordiales. Por su parte, el catolicismo como religión de Estado, salvo excepciones, nunca sostuvo relaciones que no fueran de resistencia y re- chazo con la religiosidad indígena precristiana, ex- cepción hecha de algunos conocidos personajes cris- tianos de actitud más considerada y abierta en un 11 D UPUIS , Jacques, sj, El cristianismo y las religiones. Del desen- cuentro al diálogo, Sal Terrae, Santander 2002, p. 23; Espada 2001. 14

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