ÉXODO 147

E E SCRIBIR de forma crítica sobre la Iglesia cató- lica, rebasando la apologética, siempre corre el riesgo de caer en el infierno. A la conciencia cristiana le será difícil olvidar etapas de especial os- curantismo contra la razón… censuras de libros, ex- comuniones, suspensiones “a divinis”, etc. Todo el mundo solemos tener algún momento de locura en la vida. Y la Iglesia católica, en su larguísima historia, tampoco se ha visto libre de esta amenaza. No siem- pre ha tenido en cuenta el sabio aserto de Erns Bloch, forjado en el contexto del diálogo cristiano-marxista –surgido en el pasado siglo a raíz de las encíclicas Pa- cem in Terris (Juan XXIII), Ecclesiam Suam (Pablo VI) y, sobre todo, el Vaticano II y la Teología de la Libe- ración–. Dijo entonces Bloch, a la vista del discurso cristiano sobre el momento cultural que estaba atra- vesando el mundo occidental: “solo un ateo puede ser un buen cristiano”; (lo que el teólogo Moltmann completó en forma lapidaria: “solo un cristiano puede ser un buen ateo”). Bien entendido, separando ade- cuadamente la fe de su siempre frágil y liquido envol- torio, hubiera evitado muchos infiernos a tanto “he- reje” y “heterodoxo” que, finalmente, suelen acabar siendo acreditados por la misma Iglesia que antes los condenó. ¿Se podría afirmar hoy, nos preguntamos, algo semejante sobre la Iglesia católica a la vista de la situación que está atravesando? ¿Nos expondre- mos a caer una vez más en el infierno? Viene a cuento esta reflexión por cuanto la Iglesia ca- tólica, como todo aquello en que los humanos pone- mos nuestras manos, siempre ha tenido y sigue te- niendo un haz y un envés. Su lado más brillante y positivo pegado al otro que ya no lo es tanto. Y con el agravante de que, en ocasiones como la actual y en este país, su lado oscuro es el que más se quiere ver. Reconocerlo es un signo de salud mental y no tie- ne porqué demonizar la otra cara que, durante más de dos milenios –¡solo la eternidad de antes duraba tanto!–, ha aportado talento y contenido de concien- cia a la experiencia humana. Misterio y visibilidad, promesa e historia a la vez, a la Iglesia católica le resulta difícil evitar el drama que, como manifestación de su propia experiencia, dejó re- flejado Unamuno en el mito de Prometeo y el buitre: ante el afán de inmortalidad, los picotazos del buitre en las entrañas que sujetan a la historia y te impiden levantar el vuelo. ¿Se necesita ser crítico en la Iglesia de hoy para defender lo defendible de su historia y abrir brecha hacia el futuro? Porque los picotazos del buitre en las entrañas están en el ambiente, no es preciso inventarlos. Pretender cerrar los ojos ante la pederastia y las inmatriculacio- nes, la subvención estatal y la clase de religión en la escuela pública, las vinculaciones con ideologías ana- crónicas y éticas partidistas que rompen la dignidad de todos los seres humanos… sería una ceguera ra- yana en la locura. No querer ver el vaciamiento de los templos, la ausencia de horizontalidad entre los fieles, la falta de igualdad con el varón en las posibi- lidades de las mujeres y del sector LGTBI supondría un fideísmo eclesiástico que nada tiene que ver con la ética del Evangelio. Guardar silencio ante la corrup- ción y la mentira en que algunos líderes populistas es- tán convirtiendo la política, la defensa de la democra- cia y la Memoria Histórica es un signo de debilidad moral y una pérdida de credibilidad ante el pueblo. Afortunadamente en este monográfico de Éxodo so- bre “Las mujeres y su aportación a la transformación de la Iglesia”, hecho enteramente por ellas, sin dejar de lado los picotazos del buitre, van a presentarnos otra imagen de Iglesia, la que podría haber sido y la que puede llegar a ser Iglesia de Jesús desde sus aportaciones de antes y de ahora; de su esfuerzo in- telectual y práctico en la edificación de la comunidad cristiana, de la riqueza que supone la comprensión de género en la Iglesia; nos hablarán también de la ne- cesidad del cambio en los símbolos y del mismo legua- je y hasta de su aportación a la economía responsable y participativa en la Iglesia. ¡Vamos a disfrutar con sus aportaciones! EDITORIAL Aportaciones de las mujeres a la transformación de la Iglesia

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