ÉXODO 145

E D EDICAMOS este número de Éxodo a las res- puestas ciudadanas que se están dando ante el fenómeno de las migraciones y el asilo a las personas que buscan refugio. Son estas respuestas, sin lugar a dudas, el territorio donde la cuota de ra- cionalidad y de humanidad raya a mayor altura. El fenómeno es vergonzante, alarmante... Según el PNUD 2017, cada dos segundos una persona se ve forzada a abandonar, por diferentes motivos, su lu- gar de residencia. Las cifras siguen exponencialmen- te creciendo. Actualmente superan los 68.5 millones —lo que supone el 0,93% de la población mundial— con un millón cruzando el Mediterráneo. ¡Estamos ante la mayor crisis de desplazamiento forzoso des- de la II Guerra Mundial! Y hay algo en todo esto que se nos impone con des- lumbrante clarividencia: la humanidad no se está cui- dando de sí misma; miradas las cosas objetivamente, la sociedad humana está dejando en la cuneta, en- tregada a su mala suerte, a su parte más débil, a la que se desplaza porque se ve empobrecida. En esta situación, resulta difícil hablar de lo que de- bería ser una evidencia y se nos está quedando en mero sueño: que somos de la misma especie, que co- rre la misma sangre por nuestras venas y los mismos sueños pueblan nuestro cerebro, que pertenecemos a una misma comunidad cosmopolita, que nos asis- ten los mismos Derechos Humanos, Sociales y Polí- ticos… No obstante, nuestras instituciones mundiales, euro- peas, nacionales se muestran incapaces ante este de- safío, forzado mayormente por el hambre, los desas- tres naturales y las guerras. Ni el cierre de las fronteras ni la externalización de su gestión sirven para frenar la avalancha humana que huye de la mi- seria y la violencia; tampoco las detenciones indiscri- minadas, ni la reclusión en los CIE o las devoluciones en caliente —antidemocráticas e inconstitucionales—. Con independencia de las personas que, con mayor o menor talento y sensibilidad dirigen nuestras insti- tuciones oficiales, hay que decir que el mayor obstá- culo en este asunto no son las instituciones sino, pre- viamente, el diagnóstico al que pretenden responder y los objetivos que se persiguen. Se ha pensado en unas herramientas para salir del paso, como si se tra- tara de una mera coyuntura, y la realidad es que el problema es de mayor calado: las migraciones afec- tan directamente a la lógica del sistema. En este sentido y salvando las distancias, estamos re- pitiendo en nuestros días una actitud similar a la que denunciaba en la sociedad y los dirigentes de su tiempo, hace ya la friolera de treinta siglos, el profeta Isaías: “tienen ojos para mirar y no ven, tienen oídos para oír y no escuchan, ni entienden…” (Is 6,9-10). Por suerte, hay mucha ciudadanía con los ojos abier- tos para ver y el corazón educado para sentir. Hay mucha sociedad que, al margen de las instituciones oficiales, a veces contra sus mismas leyes, se orga- niza para hacerse cargo de la proximidad, acoger, alojar, alimentar y educar. A esta ciudadanía organizada hemos prestado las pá- ginas de Éxodo. Porque, además de ser los brazos y pies para el encuentro y la acogida, ella es “los ojos que nos ayudan a educar la mirada”, la conciencia de una nueva sensibilidad que nos llama a superar pre- juicios infundados y la clamorosa exigencia a un cam- bio radical de nuestras leyes e instituciones. EDITORIAL Respuestas ciudadanas a las migraciones y búsqueda de asilo

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