ÉXODO 138

E “E l deseo de verdad es inseparable de la voluntad de una sociedad li- bre.” Estas palabras figuraban en los años 70 en la portada de la revista de investigación de un importante grupo de pensadores franceses, titulada LIBRE . Pa- recen, y son en verdad, palabras de otros tiempos. Nuestros tiempos son otros. Tiempos de posverdad . El Diccionario Oxford declaró este término palabra del año 2016. Pero ya es sintomático que quien la lanzó a la esfe- ra pública fuera un bloguero. Y que se haya convertido en viral, aun cuando su signifi- cado sea tan relativo como los vaivenes de los deseos, las emociones, los flaxes de los innumerables neón de los anuncios. El si- mulacro. Vivimos tiempos de simulacro, co- mo anunció ya hace años el filósofo de la posmodernidad, Jean Baudrillard. La pos- verdad no es, sin más, mentira. La posver- dad es mentira disfrazada de verdad o ver- dad amasada de mentira, o peor aún, es el desinterés interesado por la verdad, que es lo mismo que la verdad reducida a lo que a mí me interesa que lo sea. Una derrota de la verdad. Una derrota que, para mayor sarcasmo, es presentada como una conquista de liber- tad. Banal y peligrosa ilusión, pues es cre- ada y alimentada por los que tienen el po- der por el mango. “Solo el poder es capaz de cometer la injusticia”, decía con toda ra- zón el filósofo crítico Max Horkheimer. Con razón habla nuestro colaborador Pérez Ta- pias de “la verdad de la justicia y el poder de la mentira”. Solo el poder es capaz de engañar y manipular la verdad, sin que la justicia les caiga encima. Las armas de des- trucción masiva no estaban, pero no impor- ta: el poder dijo que era verdad que esta- ban. La posverdad no es cosa menor, es una corrupción grave, pues favorece solo al poder y golpea siempre y sin piedad a los débiles, a las víctimas. Trump, su exponente actual más patético y poderoso, no es para tomar a broma. El caso del escéptico Pilatos es el antece- dente clásico. Su pregunta a Jesús: “¿y qué es la verdad? es la pregunta paradigmática de aquel a quien no le importa un comino la verdad, sino solo el poder. Por eso cometió la injusticia con el débil. Estos tiempos de posverdad van a hacer al final verdad la sentencia de Dostoyevski: “Si Dios no existe, todo está permitido.” Pe- ro no es necesariamente verdad. Jesús de Nazaret, rostro de Dios, fue víctima de la posverdad por dar testimonio de la verdad. La verdad luminosa, no engañosa, que bro- ta de la justicia y la solidaridad con los dé- biles, los que sufren, las víctimas. Ella es la razón que motiva nuestra revista ÉXODO . EDITORIAL ¿Y qué es la verdad?

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