ÉXODO 125

50 dicho en este libro, quiero señalar al- gunas tareas abiertas, en clave de hu- manidad: 1. Educación en el amor. Quizá la pri- mera y mayor de las tareas sea la edu- cación en el amor y la palabra, no sólo para el matrimonio, sino también para la vida de los niños. Ciertamente, son importantes nuevas “políticas” sociales, que reconozcan el valor de la familia, creando condiciones económicas, no al servicio del puro capital (como es aho- ra), sino del despliegue y de la comu- nión de vida. 2. Más que la pobreza, el riesgo pa- ra la familia es el capitalismo, es decir, una cultura donde la vida de los hom- bres y mujeres (y el nacimiento y edu- cación de los niños) está en manos del capital monetario, al que le importa an- te todo su ganancia. Ciertamente, para mantenerse y “disfrutar” del capital, el sistema necesita “producir” nuevas vi- das humanas, para poder así perpe- tuarse, pues sin ellas muere. Pero como no sabe ni quiere comprometerse en ellos, y como además las vidas no se producen, sino que se engendran en amor y generosidad (cosa que no tiene), el sistema corre el riesgo de destruirse a sí mismo. 3. Fidelidad. En principio, el matri- monio es un compromiso de personas, que quieren vivir en amor fecundo, por encima del “dictado” del puro dinero, en igualdad dialogal, sin dominio del hombre sobre la mujer. Entendido así, es una vocación, una llamada al en- cuentro renovado de unos seres que, al conocerse progresivamente, descubren su verdad, cada uno en el otro. Ésta es una vocación de Reino, que los esposos han de actualizar en cada momento, una experiencia que la Iglesia debe poten- ciar y ensayar entre los creyentes, abrién- dola a todos los hombres y mujeres, pe- ro sin imponerla. 4. Control de la natalidad. Éste es un problema médico y antropológico mo- derno, planteado y formulado en la se- gunda mitad del siglo XX por el papa Pablo VI, en su encíclica Humanae Vitae (1968), donde rechaza el uso de los an- ticonceptivos químicos y de otros me- dios físicos (preservativos), que se em- pezaban a emplear normalmente para evitar que la mujer quedara encinta. Han pasado casi cincuenta años, y una parte considerable de la iglesia empie- za a plantear el tema de otra forma, in- sistiendo en la libertad creadora de los esposos/padres, para que los niños naz- can de su deseo y amor generoso, no por imposición de la naturaleza. En ese nivel, el tema físico/químico de los an- ticonceptivos o medios de regulación de la natalidad queda en segundo plano... 5. ¿Revolución de la familia? Esta- mos superando ya un estadio cósmico- biológico de la humanidad y del cono- cimiento, que había culminado en el pensamiento racional de Grecia y en la ciencia moderna. Lo que ahora empie- za es totalmente distinto, una etapa de la humanidad que ha de fundarse en la palabra personal: Hombres y mujeres estamos descubriendo con Jesús nues- tro “fondo divino”, pero no en un plano cósmico-biológico (como el de los dio- ses antiguos del neolítico), sino a través de la palabra, que nos hace creadores de lo que somos y de lo que podemos “engendrar” suscitando nueva vida hu- mana. Hasta ahora, básicamente, hemos creado familia por impulso de la natu- raleza, y hemos terminado cayendo en manos de la idolatría de un capital an- ti-humano. Ahora debemos crearla li- bremente, por nuestra palabra, en amor gratuito, liberándonos de la imposición del capital absolutizado. Somos res- ponsables de Dios sobre la tierra, esta- mos llamados a crear su familia, con Cristo y desde Cristo (hijo de Dios). 6. Más allá del sistema, ante el mun- do de la vida. La ciencia nos ha permiti- do no sólo dominar amplias parcelas del mundo, convirtiendo la tierra en una es- pecie de gran empresa/fábrica destinada a producir bienes de consumo para los más ricos. Podemos comunicarnos casi de un modo total e instantáneo, en el pla- no de los conocimientos objetivos. Pero hemos dividido la humanidad en dos grupos enfrentados (ricos y pobres) y, so- bre todo, nos hemos perdido en el cam- po del mundo de la vida. Eso significa, como he dicho, que po- demos tener casi todo lo que deseamos, pero corremos el riesgo de destruirnos a nosotros mismos, pues hemos “perdi- do” la orientación en el mundo de la vi- da. Tenemos cosas (¡los privilegiados!), pero no sabemos para qué, ni sabemos si podremos dejárselas a nuestros hijos, pues posiblemente seamos incapaces de “engendrarles” en amor, como au- ténticas personas. Éste es el problema, y está centrado en el “mundo de la vi- da”, es decir, en el campo de las rela- ciones familiares donde se sitúa el ma- trimonio (y las diversas formas de vinculación personal humana), con la apertura hacia los más pobres. El futu- ro será de aquellos que sean capaces de crear vida, de abrir caminos de autén- tica familia, de manera que el recuerdo del pasado se vincule con la esperanza del futuro. ACTUALIDAD LIBROS Evaristo Villar El futuro será de aque- llos que sean capaces de crear vida, de abrir caminos de auténtica familia, de manera que el recuerdo del pa- sado se vincule con la esperanza del futuro

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