ÉXODO 121

74 E ste libro acredita a Leonardo Boff como franciscano, no só- lo del pasado sino del pre- sente. Y lo acredita con naturalidad cuando establece una comparación entre el Francisco de Asís y el de Ro- ma. Ambos reciben la misma misión de reparar la Iglesia, que se halla en ruinas. El de Asís cuando la Iglesia alcanza la máxima secularización con el Papa Inocencio III, con el do- minio del mundo y su modo de vi- vir en la mayor pompa y gloria. El de Roma, cuando tiene que asistir a la orquestación de los escándalos in- ternos de la Iglesia, frente a los cua- les el pueblo de Dios clama y exige reparación para devolverle su mo- ralidad y credibilidad. Francisco de Asís contrapuso al Evangelio del poder, el poder del Evangelio: despojamiento total en la pobreza radical y en la extrema sencillez; el Evangelio vivido al pie de la letra en las periferias de las ciudades y en una hermandad cós- mica con todos los seres. Lograr es- ta meta era imposible sin conver- sión y sin una reforma radical, que él inició sin romper con Roma. Es muy posible que el Francisco de Roma, al ser elegido Papa y asumir el nombre de Francisco, llevara en su alma parecida aspiración a la del de Asís. Y el trayecto recorrido des- de aquel 11 de marzo lo muestra de- cidido a seguir por el camino de la misma reforma, hecha desde su op- ción por los más pobres, sin dejar a un lado la justicia ni la participación directa de los pobres. Y desde el comienzo, el de Francis- co de Roma como el de Asís habla de su amor a la naturaleza, a la ma- dre Tierra, a los bienes de este mun- do, sobre los que el ser humano de- be establecer la ética fundamental del cuidado, del colocar en medio de ella y en relación con toda ella, el papel cuidador y no depredador que modernamente le ha caracterizado, y así implantar la ecología del res- peto, de la justicia y del compartir. Escribe Leonardo: “Francisco de Asís es, según el filósofo Max Scheler, el prototipo occidental de la razón cor- dial y emocional. Ella nos hace sen- sibles a la pasión de los que sufren y a los gritos de la Tierra. Francisco de Roma, a diferencia de Benedicto XVI, expresión de la razón intelec- tual, es un claro ejemplo de la inte- ligencia cordial que ama al pueblo, abraza a las personas, besa a los ni- ños y mira amorosamente a las mul- titudes. Si la razón moderna se amal- gama con la sensibilidad del corazón, no será tan difícil cuidar la Casa Co- mún y a los hijos e hijas deshereda- dos, y alimentaremos la convicción muy franciscana de que abrazando cariñosamente al mundo, estamos abrazando a Dios”. ACTUALIDAD LIBROS Benjamín Forcano Francisco de Asís y Francisco de Roma LOS DOS FRANCISCOS (Leonardo Boff, Trotta, Madrid, 2013) Francisco de Asís contrapuso al Evangelio del poder, el poder del Evangelio: despojamiento total en la pobreza radical y en la extrema sencillez

RkJQdWJsaXNoZXIy ODE4NjI=