ÉXODO 119

66 Es difícil desplegar y expresar la tra- yectoria personal e intelectual de Ma- nuel Fraijó más certeramente que co- mo él mismo lo ha hecho en el relato que ha entregado a modo de auto- biografía intelectual para este libro- homenaje que le han dedicado com- pañeros profesores en diversas universidades y centros de investiga- ción del país. El arranque de ese bello y denso texto, las dos o tres primeras páginas, condensan magistralmente lo que ha sido el móvil y el empeño de su pensamiento en esa larga y ri- ca trayectoria: “un prolongado force- jeo con la religión” para “intentar arrancarle sus mejores secretos”. Su trayectoria intelectual ha sido, en efecto, “una prolongada navegación por el tema religioso”, en la que se ha empeñado en aproximarse a la reli- gión, siempre desde la razón a la vez ilustrada y cordial, crítica y empática, para sacar a la luz y mostrar su fun- ción humanizadora y el sentido en- cerrado en ella, es decir, su verdad, frente a sus múltiples y perversas des- figuraciones. El diálogo entre fe y ra- zón, entre religión e Ilustración, en- tre teología y filosofía, entre mundo religioso y cultura laica ha impulsado permanentemente su pensamiento. La religión, para Fraijó, como el sím- bolo para Ricoeur, “da que pensar”, y a la vez cuestiona al pensamiento, y el pensamiento interpela a la religión y la emplaza a resistir la tentación del dogmatismo a salir a la intemperie de la existencia y de la razón humana compartida. Lo que importa para él en ese diálogo abierto y permanente no es la apología ni el sistema, sino la respuesta limpia y válida a los gran- des interrogantes que desazonan o atormentan a los seres humanos: el sufrimiento, el mal que quiebra la es- peranza de las víctimas, la finitud y la muerte, en definitiva, el sentido y la luz de la existencia. Manolo Fraijó no ha creado un siste- ma de pensamiento ni tampoco ha hecho escuela. No es su estilo ni la pretensión de su pensamiento. La ra- zón con la que trabaja es una razón conscientemente humana, finita, si- tuada en la historia. Es por eso una razón limitada y respetuosa de sus lí- mites, amante de lo fragmentario de su trabajo. No ha logrado ni preten- dido un sistema, pero ha conseguido desentrañar de la religión, de las reli- giones y particularmente del cristia- nismo, una parte muy sustancial de “sus mejores secretos”, como se había propuesto. Presentando de este modo la religión, Fraijó la ha acercado a filósofos de to- da inspiración y, más allá, a mucha gente abierta al pensamiento: cre- yentes, agnósticos o ateos. Su filoso- fía de la religión no se deja encasillar en un sistema. Su riqueza está en que descubre en todo lo que toca y expo- ne fragmentos o aspectos de verdad y sentido ocultos u olvidados bajo el polvo de la tradición o la costra del dogmatismo, y suscita y provoca el in- terés y la pregunta, invitando siem- pre a “pensar la religión”. A pensarla con honradez y rigor, con sentido crí- tico pero sin ira; más bien, si es po- sible, con simpatía, más acá de todo vano y agresivo dogmatismo, más allá de toda banalidad y pereza de cate- cismo. Especialmente ha concitado Fraijó a filósofos y pensadores en torno a los grandes interrogantes que inquietan y en numerosas –demasiadas– ocasio- nes atormentan a los humanos y que se han convertido, porque son los in- terrogantes de toda verdadera razón, humana y situada, en los grandes te- mas permanentes de su pensamien- to, de su filosofía de la religión: los avatares entre religión y ética, el pro- blema del mal y el sufrimiento de las víctimas, el sentido o sinsentido de la vida y de la historia, la desazonadora experiencia de la finitud y la muerte, el problema de Dios o de su ausencia, el limitado alcance de la razón y del lenguaje humano, la esperanza siem- pre fragmentada… Su capacidad, me- jor, su arte de sugerir y provocar al pensamiento ha movido a unos y otros a debatir y dialogar con él, a tiempo y a destiempo, intermitente o permanentemente. Y a pocos ha de- jado indiferentes. Un buen grupo de ellos han acepta- do con sumo gusto y con gran gene- rosidad colaborar en este libro-home- naje y han aportado una sorprendente lluvia de pensamiento, de reflexiones, ideas, intuiciones y planteamientos que, estamos seguros, contribuirán a proseguir y enriquecer aquel “force- jeo con la religión”, tan querido de Ma- nolo Fraijó, a seguir “pensando con él la religión” para ganarle “sus mejores secretos”, su riqueza, su momento de verdad. Un precioso libro de homenaje, bien merecido, a Manolo Fraijó y una rica aportación al empeño por tomar en serio a la religión en este país. . ACTUALIDAD La redacción Pensar la religión... con Manuel Fraijó

RkJQdWJsaXNoZXIy ODE4NjI=