ÉXODO 118

E ¿ Es hora de otra Iglesia? ¿Qué es lo que está pasando en esta institución mile- naria para que tengamos que hacernos hoy esta pregunta? En las siguientes páginas de Éxodo podrás ir encontran- do algunas respuestas a este interrogante. Es inimaginable la renuncia de un papa y a to- do el mundo ha sorprendido la llegada a Roma de alguien que viene “desde el fin del mundo”. Como al paso de una intensa borrasca invernal, comienzan a borrarse los anacrónicos perfiles de un paradigma papal, monárquico y absolu- tista, a la vez que tímidamente parecen emer- ger otros nuevos, más acordes con la sensibili- dad de nuestro tiempo. La monarquía papal no es un dato originario que pertenezca a la esencialidad de la tradi- ción de la Iglesia. Se ha venido construyendo en la historia desde el siglo XI con el “dictatus Papae” de Gregorio VII, la teocracia de la bula Unam Sanctam de Bonifacio VIII (s. XIV) y el dogma de la infalibilidad del Vaticano I (s. XIX). Se trata de una figura con rasgos fa- raónicos que rayan en la idolatría, y que recoge sin pudor el Código de Derecho Canónico, pro- mulgado por Juan Pablo II en 1983. En este có- digo de leyes, actualmente vigente, se llega a afirmar que el papa y solo él tiene potestad su- prema y plena, inmediata y universal, que no puede ser juzgado por nadie y que puede juz- gar y condenar, sin apelación, incluso a los je- fes de Estado del mundo entero… ¡Y esta figura se ha mantenido intocable hasta la reciente re- nuncia de Benedicto XVI! Aun sin datos suficientes para conformarlo, en los gestos y palabras del papa Francisco parece apuntar otro paradigma. El mismo nombre que se ha dado es suficientemente expresivo. ¿Pre- tende enlazar el papa Francisco con esa tradi- ción empeñada en la renovación de la Iglesia desde la pobreza? En el cauce de esta tradición secular cobran mayor interés algunas de sus primera palabras: “quisiera una Iglesia pobre y de los pobres”. Pudieran ser estas el eco de aquellas que, según San Buenaventura, dirigió Jesús al santo de Asís: “Francisco, ve y restaura mi casa, mira que está en ruinas” No es necesario acudir a las escandalosas re- velaciones del vatileaks , donde el abuso de po- der, la pompa y el dinero entre las más altas jerarquías y la pederastia afectando a un ele- vado número del clero, para caer en la cuenta de las actuales ruinas de la Iglesia. Estas con- secuencias, miradas objetivamente, están apuntando a algo más profundo, a la imagen misma de una institución milenaria que hoy, como nunca, está siendo fuertemente cuestio- nada. Basta echar una mirada a los datos que nos ofrecen los frecuentes sondeos para per- catarnos del clamor casi universal por un cam- bio de paradigma. Según José Juan Toharia (Metroscopia, abril 2013), nueve de cada diez españoles, creyentes o no, quieren ver a la Iglesia del lado de los pobres y excluidos y no de los ricos y poderosos; la quieren más auste- ra tanto en ropajes como en ritos litúrgicos; sin privilegios y al ritmo de los tiempos que estamos viviendo. Curiosamente los zapatos remendados del papa se convierten en un sím- bolo bien expresivo. A la vista de todo esto cobra sentido la pregun- ta que nos hacemos en Éxodo: ¿Ha llegado la hora de otra Iglesia? A nuestro juicio sí y somos conscientes de que, de no aprovechar este mo- mento, la actual ruina seguirá imparable. EDITORIAL

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