Revista ANPE Nacional nº 604

Hoy hablamos con Marzo-abril 2020 21 resultados, que tienen conflictos con los profesores o con otros compañeros, insultos, peleas, ….– sí, directamente, los padres se angustian por esta circunstancia y el hijo/a la exagera, pues ya lo único que les falta a los profesores es an- gustiar más todavía. Normalmente, lo que hay que intentar es introducir el sentido común, es decir, ante el conflicto, hablar con los in- teresados y buscar una solución. Quizás “Educar con Humor” es intentar buscar una mirada amable a estas situaciones, encontrar la solución entre todos. Muchas veces, los docentes no tienen las solu- ciones en sus manos. Por tanto, aunque estas si- tuaciones de conflicto pueden ser diversas, cual- quier problema hay que abordarlo restándole importan- cia para ponerlo en su sitio, sin dramatizar la situación –porque no todo es mooving o bullying–. Angustiarnos o perder la calma ante circunstancias leves de la vida cotidiana nos genera, a la larga, una gran cantidad de conflictos innecesarios. Un tema muy en boga hoy en día es la autoridad, el rol de los docentes en las aulas ha cambiado, en muchos ca- sos tenemos problemas de autoridad dentro de las aulas ¿dónde crees que se encuentra el problema y cómo po- demos trabajar esta autoridad dentro de las aulas? Bueno, yo creo que ese es un gran problema. Yo no tengo la varita mágica para resolverlo, pero quizá el motivo principal es que la misma sociedad le ha quitado esa autoridad y, muchas veces, incluso los mismas familias. La autoridad está mal vista, de tal forma que, todo tiene que ser insinuado o motivad, pa- rece que a los niños hay que motivarlos con todo. Y sí, así es, pero también hay que exigirles. Yo pienso que una manera de recuperar, de alguna forma, esa figura de autoridad es la alianza con la familias. Yo, aunque es- toy en otro sector, el sanitario, lo veo constantemente, si quiero ejercer cierta autoridad sobre el paciente, necesito “aliarme” con la familia. En educación es algo parecido: cuando vemos a un alumno con graves faltas de autoridad –que te cuestiona constantemente, contradiciéndote sin razón, o, incluso, mo- fándose de ti–, ese problema ya está o estaba en casa. Porque si hacen eso con un profesor en un centro educativo, imagínate en su propia casa. Por ello, lo primero que hay que hacer es reunirse con los padres. En este sentido, ¿qué recomendaciones o pautas podrías dar a los docentes cuando encuentran esa atmósfera en el aula? Lo primero: marcar una reunión con las familias, para ver si el comportamiento que desarrolla su hijo en la clase, también se reproduce en casa –que suele ser el caso–. Además, ver cómo llegar a acuerdos con la familia sobre cómo debemos actuar ante este problema, ya que, si en clase ejercemos la autoridad sin contar con las familias, ese posible aliado se convierte en enemigo. Cuando las familias tienen muy claro que es lo que el profesor quiere hacer en el aula, se sienten apoyados para que, ellos también, ejerzan esa autoridad en casa. Este punto es clave, ¿Cuándo empieza a recuperar el profesor la autoridad en clase? cuando los padres empiezan a ejercerla en casa. Yo conozco muchos padres que están perdi- dos porque no saben cómo ejercer la autori- dad o incluso se sienten culpables cuando la ejercen. Cuando un profesional, en este caso un docente, informa a los padres cuales son las medidas a seguir en este sentido, y que es algo normal que se hace con otras familias. De alguna manera se “empodera” a los padres y se consigue una alianza con las familias. Si se pauta cualquier medida con los padres ante cualquier situación - una expulsión de clase, un castigo, lo que sea -, al ejercer esa autoridad, la familia no lo ve de forma negativa porque pre- viamente se ha pactado con ellos. Sé que es difícil y me da la impresión que al final el profesor opta por dos opciones: Opción A, lo que en psiquiatría o psicología llamamos la in- defensión aprendida : Un profesor que piensa: “puesto que a mí nadie me hace caso, me siento mal pagado, mal considerado, los padres no hacen lo que tienen que hacer,... entonces paso. [...] Que el alumno no quiere trabajar, que no aprende, ... paso, a mí me da igual, me van a pagar lo mismo”. Esto lo que provoca es que el docente se “queme”, acabando con graves cuadros de de- presión –he visto bastantes docentes con cuadros de depre- sión– y desilusión. Opción B: Otro profesor, que sin haber hablado previamente con la familia, puede ser que, porque está tan enfadado, pierda el control, desencadenando una reacción violenta, agresiva o fuera de lugar, no por esa situación puntual, sino por un cú- mulo. Esto siempre va a acabar mal, ya que va a lograr que el alumno y las familias se alíen en contra del profesor. Cómo prevenir ambas actitudes –la del profesor “quemado” y la del profesor que pierde el control–, hablándolo previamente con las familias y con los compañeros o el tutor, con el equipo directivo. Porque ese alumno no está únicamente en nuestra aula. De esta manera, no es un profesor una materia en parti- cular, si no el centro educativo –a través de la tutoría, la jefa- tura de estudios o dirección– quien se reúne con la familia con la finalidad de encontrar soluciones. Así, de esta manera, co- nozco centenares de casos en los cuales cuando el centro habla con ellos, demostrándoles que son aliados, con educación y respeto, pero, al mismo tiempo, con exigencia, las familias res- ponden. Aunque, muchas veces, esto o no se hace nada, o se hace demasiado tarde. Desde tu experiencia profesional y personal, ¿cómo ves la educación actualmente? Yo me alejo de voces agoreras, tanto pesimistas como optimis- tas. Creo que la educación actual tiene grandes problemas y Al final, hay que tener en cuenta, que la profesión del futuro no está aún inventada, por lo que el buen profesional será aquel que tenga capacidad de adaptarse, de reinventarse, a los cambios

RkJQdWJsaXNoZXIy ODE4NjI=